CONCAMI saluda a las mujeres de la madre tierra

La Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería (CONACAMI), con motivo de la celebración del Día Mundial de las Mujeres Rurales, rinde un justo y merecido homenaje a la hermana compañera y madre que nos acompaña en la lucha por preservar a la madre tierra.

 Las mujeres de la CONCAMI además deben sopesar el sufrimiento de ver como la vorágine de la ambición del hombre viene socavando los simientes de la madre tierra o “Pacahamama”, que sin importarles nada, dinamitan sus apus (cerros tutelares), extraen su sangre y destruyen el medio ambiente.

 Las mujeres rurales sufren en el alma de cómo el sustento de los hijos de la madre tierra se convierte en mercancía, los sitios sagrados y espirituales con vendido o concesionado, los recursos hídricos, los ríos y los manantiales que antes eran libres, ahora han pasado al control de terceros.

 Ver como los campos ya no producen, las lluvias ya no riegan los campos en la época de que debe llover, los vientos que se ha amargado y arrasan todo a su paso, o la sequía, la helada se ha ensañado con quienes permanecemos en sus comunidades, niños, mujeres, ancianos.

 Muchas mujeres sufren en carne propia cuando sus hijos son criminalizados, perseguidos, arrancados y asesinados por las llamadas “fuerzas del orden” que en nombre del desarrollo es promovido desde los Estados, quienes ignoran su dolor y su angustia.

 Entonces. ¿Qué podemos celebrar?... más bien reafirmamos nuestro compromiso de organizarnos y luchar contra todo este flagelo que ha llevado a la humanidad al borde del abismo y colapso, en medio de una crisis climática y económica que devora al mundo.

 Desde la CONACAMI declaramos que nuestra lucha es justa, es verdadera, es con el alma, con todas nuestras fuerzas hasta ver que el sol llega cada mañana, ver florecer nuestra tierra, ver correr nuevamente nuestros hijos e hijas por el campo, recoger las semillas con la misma sabiduría de nuestros antepasados. 

Por eso renovamos nuestro compromiso de caminar juntos hombres y mujeres, no importa dónde estemos, cómo nos organizamos, ni como nos llamen los demás; todos y todas somos hijos e hijas de la madre tierra y a ella nos debemos, por ella vivimos y mañana vivirán nuestros descendientes.