Conacami 08/05/12.- La Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería (CONACAMI) con su delegado Sr. Felipe Cortez Zevallos, viene participando de la 11 sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas que se realiza en New York.
Las discusiones giran alrededor de la “Doctrina del Descubrimiento” cuyas consecuencias se palpan en América Latina debido a que las empresas multinacionales constituyen “las carabelas del presente” que con ayuda de los Estados invaden los territorios indígenas.
Actualmente se vive “una crisis de la civilización occidental, en la que el cambio climático es el síntoma y la consecuencia más evidente”, mientras no se garantizan el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación, los territorios, los bienes naturales, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado.
Felipe Cortez Secretario de Economía de la CONACAMI en su calidad de delegado viene sosteniendo la postura de las comunidades afectadas por la minería en el Perú, organización indígena que cuestiona el modelo extractivista implementada por los últimos gobiernos en Perú.
Entre tanto Hortencia Hidalgo Cáceres, indígena aimara de Chile, dio lectura a la Declaración de los pueblos indígenas del Abya Yala que se aparte de denunciar que la globalización neoliberal demandó establecer políticas de salvaguardas a favor de los pueblos.
Dichas medidas deberán estar basadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT y los estándares internacionales y que cualquier programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos o de infraestructura deberá contar con el consentimiento de dichos pueblos.
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Declaración de los pueblos indígenas del Abya Yala
XI Período de Sesiones del Foro Permanente
El Abya Yala es la cuna de grandes civilizaciones que legaron al mundo valiosos conocimientos –alimentos, tecnologías, formas de organización social y política, culturas– que aún hoy causan asombro.
Un proceso único y propio que fue interrumpido con la invasión europea en 1492.
Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos forzados, prohibidos de usar nuestras vestimentas e idioma, de practicar nuestra espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo, resistimos.
Conservamos principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la complementariedad, nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de autoridades y de justicia, nuestra cultura.
Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos, los conquistadores europeos se valieron de dos instrumentos, la cruz y la espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey. Obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios.
Ese es el cruel origen del capitalismo, el período de acumulación de capital. Pero la colonización iniciada hace quinientos años continúa hasta hoy.
En América, tras las independencias formales, las repúblicas mantuvieron las instituciones coloniales. Y en las dos últimas décadas del siglo pasado los poderosos del norte emprendieron la nueva colonización: la globalización neoliberal.
Nuestros Estados se someten aún más al poder de las multinacionales, que son las carabelas del presente. En nombre del desarrollo, reprimarizan las economías, sustentándolas en las actividades extractivas: minería, petróleo, bosques, agua, bioviversidad y megaproyectos. Esas multinacionales invaden con apoyo de los Estados nuestros territorios indígenas y criminalizan nuestra protesta ante esta violación sistemática de derechos.
El nuevo dios y el nuevo rey es el libre comercio. Nuestra Madre Tierra es maltratada por la minería, por los megaproyectos de infraestructura diseñados para saquear nuestros recursos. Y en nombre de la seguridad, en todo el continente se instalan bases militares, nacionales y estadounidenses, precisamente en los lugares donde están los bienes naturales, que para Occidente no son más que “recursos estratégicos”, esos que en su mayoría están en nuestros territorios indígenas.
Este modelo neoliberal extractivista de saqueo y maltrato a la Madre Tierra no da más: las múltiples crisis que azotan hoy el planeta: social, cultural, económica, ambiental, de paradigmas, evidencian los límites de este sistema, incapaz de sostenerse a sí mismo.
Es una crisis de la civilización occidental, en la que el cambio climático es el síntoma y la consecuencia más evidente.
Para enfrentarlo, los poderosos profundizan aquello que ha provocado la crisis. Las falsas soluciones basadas en los mecanismos de mercado. REDD y todas sus variantes, bonos de carbono, mecanismos de desarrollo limpio, agrocombustibles, energías “limpias”. Y para ello pasan por encima de nuestros derechos territoriales, a la consulta y consentimiento previo, libre e informado, a la autodeterminación.
Los Estados hacen cumbres mundiales en la que nosotros, los pueblos indígenas, que estamos entre los más afectados, no tenemos espacios reales de participación, y donde las decisiones son tomadas por los países poderosos, los mayores responsables de la crisis climática, que ahora nos hablan de desarrollo sustentable y economía verde solo para evadir su responsabilidad y persistir en sus políticas neoliberales de saqueo y maltrato a la Madre Tierra.
Frente a ello, recomendamos a los Estados:
Respeto y garantía para el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación, los territorios, los bienes naturales, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado.
Participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
Establecer políticas de salvaguardas sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
Zonificación territorial, económica y ecológica. Intangibilidad de glaciares, cabeceras de cuenca, zonas de alta biodiversidad.
Moratoria de las actividades extractivas de nuestros territorios.
Reconocimiento y protección de los conocimientos ancestrales, con salvaguardas y sistemas especiales de patentes.
Cambio del modelo neoliberal extractivista y reconocimiento de todas las formas económicas diversas.
Debate y adopción de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra.
-----Área de Comunicaciones
CONACAMI PERÚ
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